
Desde hace mucho tiempo he comprendido que no hay Viernes Santo sin Resurrección, ni Resurrección sin Viernes Santo.
Ha sido desde la experiencia en muchos años de mi vida ver como todos los hombres que me han rodeado ha resurgido de las cenizas, volviendo a caminar nuevamente a la esperanza y he tenido la inmensa suerte y alegría de vivir durante 10 años entre los que más sufren, los pobres, los anaw.
Pero en este momento en el que estamos a punto de vivir la Semana Santa me viene a la memoria el nombre de un hombre que marcó y sigue marcando mi camino, San Romero de América.
Monseñor Romero, martir de El Salvador, asesinado brutalmente por uno de tantos gobiernos intransigentes, por defender a los más pobres, por ser la voz de los sin voz.
Por eso no voy a ser yo quién reflexione en este tiempo tan especial de amor, entrega y amor, si no que voy a dejar que sus palabras fluyan. Pronto será el aniversario de su asesinato, pero él sigue vivo en medio del pueblo Salvadoreño y en medio de todos aquellos que hemos conocido su vida, su mensaje y su palabra.
A través de su mensaje encontraréis el mensaje de Cristo vivo en medio del mundo y también el sufrimiento del Cristo encarnado en tantos hombres, a los que obligamos a subir a la cruz, por el egoísmo, la insolidaridad y el desamor.
Andrea Ortega
Esta Homilia pertenece al 23 de Marzo de 1980,
Ha sido desde la experiencia en muchos años de mi vida ver como todos los hombres que me han rodeado ha resurgido de las cenizas, volviendo a caminar nuevamente a la esperanza y he tenido la inmensa suerte y alegría de vivir durante 10 años entre los que más sufren, los pobres, los anaw.
Pero en este momento en el que estamos a punto de vivir la Semana Santa me viene a la memoria el nombre de un hombre que marcó y sigue marcando mi camino, San Romero de América.
Monseñor Romero, martir de El Salvador, asesinado brutalmente por uno de tantos gobiernos intransigentes, por defender a los más pobres, por ser la voz de los sin voz.
Por eso no voy a ser yo quién reflexione en este tiempo tan especial de amor, entrega y amor, si no que voy a dejar que sus palabras fluyan. Pronto será el aniversario de su asesinato, pero él sigue vivo en medio del pueblo Salvadoreño y en medio de todos aquellos que hemos conocido su vida, su mensaje y su palabra.
A través de su mensaje encontraréis el mensaje de Cristo vivo en medio del mundo y también el sufrimiento del Cristo encarnado en tantos hombres, a los que obligamos a subir a la cruz, por el egoísmo, la insolidaridad y el desamor.
Andrea Ortega
Esta Homilia pertenece al 23 de Marzo de 1980,
5º Domingo de Cuaresma,
un día antes de su martirio
"Hay que tener en cuenta que todos los males tienen una raíz común y es el pecado. En el corazón del hombre están los egoísmos, las envidias, las idolatrías y es allí donde surgen las divisiones, los acaparamientos; como decía Cristo: "No es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre, sino lo que está en el corazón del hombre", los malos pensamientos. Hay que purificar, pues, esa fuente de todas las esclavitudes. ¿Por qué hay esclavitudes? ¿Por qué hay marginaciones? ¿Por qué hay analfabetismo? ¿Por qué hay enfermedades? ¿Por qué hay un pueblo que gime en el dolor? Todo ésto está denunciando que existe el pecado. "La pobreza -dice Medellín- es una denuncia de la injusticia de aquel pueblo".
Por eso, la trascendencia de la liberación arranca del pecado y la Iglesia siempre estará predicando: arrepiéntanse de sus pecados personales. Y les dirá como a la adúltera: "ya no te condeno, te has arrepentido pero no vuelvas a pecar", el pecado es el mal siempre. ¡Cómo quisiera decirles, hermanos, a todos los que le dan poca importancia a estas relaciones íntimas con Dios, que le den la importancia que tiene! No basta decir: yo soy ateo; yo no creo en Dios; yo no lo ofendo. Si no es cuestión de que tú creas, es que objetivamente tú tienes rotas tus relaciones con el principio de toda vida. Mientras no lo descubras, y no lo sigas, y no lo ames, tú eres una pieza descoyuntada de su origen y por eso llevas en tí mismo el desorden, la desunión, la ingratitud, la falta de fe, de fraternidad. Sin Dios no puede haber un concepto de liberación. Liberaciones inmediatistas sí las puede haber, pero liberaciones definitivas, sólidas, sólo los hombres de la fe las van a realizar."
Monseñor Oscar Romero, San Romero de América Latina
Hola
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