D
|
onde,
realmente, encontramos un acto de fe es en el Sí de María. Estamos
acostumbrados a leer este pasaje del Evangelio y a recitarlo en la oración del
Ángelus, pero, ¿nos damos cuenta del profundo significado de este SÍ?.
Si nos
trasladásemos a Nazaret, 2013 años atrás, nos daríamos cuenta de las graves
consecuencias, que para María, tenía el aceptar la voluntad de Dios. Todos
conocemos, que en aquellos lugares y tiempo, aquella mujer que mantenía
relaciones fuera del matrimonio era acusada de adúltera, y por lo tanto era
castigada a la pena de muerte y lapidada. María había sido desposada con José,
pero aún no convivían, por lo tanto era inevitable, estaba sentenciada. Es como
si nosotros, sabiendo que algo está prohibido, lo hiciéramos teniendo la
certeza que se va a saber y nos van a juzgar y condenar. ¡ES UNA TEMERIDAD!.
Pues a esa temeridad se arriesgó María.
Cuando
escribo este pequeño artículo, están en mi mente tantas personas, misioneros
que arriesgan su vida por ser la voz de los sin voz, jóvenes que ponen su vida
en entredicho y son diana de insultos, rechazos, ... por ser fieles a Dios,
madres, que aún poniendo en riesgo su vida, dicen sí a ese nuevo ser que se
gesta en ellas, miembros de seguridad, políticos, que son rechazados por no
tomar parte de la corrupción .... Todos ellos son los que mirando a los ojos a
Dios saben, que aunque vayan contracorriente, Él no los dejará. Esto es lo que
mueve a María a decir Sí, esto es lo que nos mueve a los hombres decir sí, esto
no es otra cosa que la FE.
Hágase en mí
tu voluntad, eso es fe, es la temeridad del cristiano, dejarse en las manos de
Dios, saber que lo que Dios nos dice es la verdad, y fiarme , con los ojos
cerrados de mi Padre, "si Tú estás conmigo quién contra mí". Fe son
las palabras de Jesús en Getsemaní: "si es posible aparta de mí este
cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya". Fe es abandonarte en las
manos de Dios y dejar que Él haga su obra en tu vida.
Cuando entregas la vida en las manos
de tu Padre, y dejas que Él se encargue de todo, nada importa, pues su amor te
desborda y ya nada puede separarte de Él. Dice San Pablo: ¿Quién nos
separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?,
¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la
Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a
aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los
ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la
altura ni
la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios
manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro". Rm 8, 35-39
Al término del
año de la fe, pidamos a Dios la fortaleza de seguir manteniéndonos firmes en el
camino que hemos comenzado, y que no sea el fin de este año, sino el comienzo
de un caminar de fe.
HÁGASE EN
NOSOTROS SEGÚN TU PALABRA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario